Este es mi sitio, mi tierra,
el lugar donde nací,
donde crecen las mareas
donde, soñando, crecí.
Mi alameda de Apodaca,
llena de luz y de flores,
con el mar por horizonte
y sus nubes de algodones.
La amo profundamente;
fué testigo de mis juegos,
de mis primeros amores,
y compañera en mis duelos.
Aquel olor a jazmines,
que llegaba a mi ventana,
traspasaba mis sentidos
y me acompañaba al alba.
En las noches de verano,
a la luz de las farolas,
mecía la brisa a una Dama
que, vanidosa, bailaba.
Era la Dama de Noche,
que perfumaba mi acera
y que junto a mi ventana,
cantaba con las estrellas.
Elisa
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