sábado, 17 de noviembre de 2012

COMO UN JUNCO


Como un junco, mecido por el viento,
arraigada aguanté, sequías y torrentes,
desafié a los rayos y tormentas,
rozándome tan solo, sin torcerme.
Ningúna adversidad, logró vencerme,
sin detenerme, nunca, en mi camino,
aceptando, lo que mi Alma me indicaba,
aunque ello supusiera un desafío.

Mi fuerza era el Amor, y la ternura;
ambas me sostenían firmemente,
y, de momento, un día, no había nada,
nada que al junco lograra sostenerle.
La lluvia, impetuosa, le doblaba,
el viento, sin piedad, le destruía,
la tempestad, enojada y furiosa,
le marchitó, definitivamente, un día.
Ya no tenía sentido luchar más;
ya el frio del invierno le envolvia,
el sol, se negaba a calentarle,
la esencia de la vida de él huía.
Casi sin vida ya, entre la niebla,
una Luz nueva, vio que descendía,
toda envuelta en colores y destellos,
descorriendo ante él un suave velo,
tras el que se encontraba, al fin, la dicha.

Isa*






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